sábado, 17 de septiembre de 2011

COLOMBIA MAS ALLA DE UN CONFLICTO INTERNO
 
Por. HUGUES LACOUTURE DANIES
 
 
En el año 2005 se publica por primera vez en la revista Forein Policy la lista de “Estados Fallidos”, concepto utilizado por la organización The Fund for Peace para describir aquellos paises en los cuales confluyen en forma crítica doce factores: la creciente presión demográfica, los movimientos masivos de la población que huye o se desplaza, el descontento de algunos grupos y la búsqueda de venganza, el desarrollo desigual entre grupos de la sociedad, la crisis económica, la criminalización y deslegitimación del Estado, el deterioro progresivo de los servicios públicos, la violación de los Derechos Humanos, la presencia de grupos armados como guerrillas o paramilitares que suponen un “Estado dentro del Estado”, el ascenso de élites faccionalizadas y la intervención de otros Estados o factores externos. Colombia aparece en esta primera publicación en el puesto número 14 entre los veinte paises más cercanos al nivel de alerta y muestra mejorias significativas en los años posteriores que la situan para el año 2011 en el puesto 44 acercandose más al nivel de riesgo moderado.
 
 
La evolución de estos fenómenos internos que, durante décadas, ataron la dinámica del Estado y se convirtieron en orientadores de las acciones públicas nacionales, regionales y locales, pero además en nubes que cegaron la visión de nuevas formas, no solo de impulsar y exteriorizar nuestras potencialidades, sino también de encontrar caminos conducentes al desarrollo de regiones con enriquecedores intereses disímiles, sitúan al país en un escenario de grandes retos y exigencias frente a un nuevo y dinámico contexto internacional.
 
 
De acuerdo con el Informe Final de la Misión de Política Exterior de Colombia 2010, durante el período comprendido entre los años 2001 y 2010 Colombia obtuvo los mayores avances en la solución de sus principales problemas internos: el narcotráfico y el conflicto armado, lo cual tuvo lugar como resultado de la aplicación de dos efectivas herramientas, el Plan Colombia firmado con los Estados Unidos por el gobierno de Andrés Pastrana (1998 – 2002) y el desarrollo de la Política de Seguridad Democrática (PSD) implementada por el gobierno de Álvaro Uribe (2002 – 2010). Con la modernización de las Fuerzas Armadas y de la Policía aumentó la presión sobre la guerrilla de las Farc, haciendo posible propiciar durísimos golpes como el desmantelamiento de importantes frentes, la captura, extradición y muerte de algunos de sus más destacados comandantes, el rescate y la huida de secuestrados y la liberación unilateral por parte de las Farc de muchos otros sin contraprestaciones del Estado como venia siendo exigido durante años anteriores.
 
Por otra parte, la PSD ha logrado la recuperación del control estatal sobre buena parte del territorio nacional. Las fuerzas del Estado ejercen hoy control en las principales vías del país, antes bloqueadas por retenes guerrilleros, y en menor escala brindan seguridad en muchas vías secundarias. Las Fuerzas Militares han recuperado el control de extensas zonas rurales, antes en poder de las guerrillas. Y, mientras en el 2002 no había presencia de la Fuerza Pública en 168 municipios, hoy ésta controla todas las cabeceras municipales.
 
 
Así mismo, aunque no en forma perfecta, fue posible superar el paramilitarismo* con el proceso de desmovilización llevado a cabo por el gobierno Uribe, gobierno durante el cual también “muchos colombianos que habían abandonado el país retornaron a el, mientras otros trajeron de vuelta sus capitales.”
 
 
La hoy popular frase del Digesto ordenado por el emperador Justiniano nemo dat quod non habet, que en español significa: nadie da lo que no tiene, tal vez explica la posición Colombiana frente al mundo exterior, un país convulsionado por el creciente y poderoso fenómeno del narcotráfico, grupos guerrilleros con suficiente capacidad bélica que incluso llegaron a expedir normas de “obligatorio cumplimiento”, territorios extensos fuera del control del Estado, temor generalizado en la ciudadanía que a su vez produjo un gran éxodo de la población y de capitales, grupos sociales armados supliendo al Estado para tratar de resolver los problemas o hacer justicia por sus propias manos. Si esto es lo que teníamos al interior, hacia el exterior, en los términos del CIPE, vivimos La Internacionalización Negativa con cuatro principales características:
 
 
1. Tendencia hacia la bilateralización: Agotadas las negociaciones con las Farc después de tres años infructuosos, se produce el fracaso del proceso de paz en el año 2002, lo cual a la luz de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la aplicación de la Política de Seguridad Democrática basada en la solución militar del conflicto, tiende a estrechar las relaciones con los Estados Unidos ahora en el contexto de la lucha global contra el terrorismo.
 
 
Por otro lado, las relaciones bilaterales venían ya fortalecidas debido principalmente a dos relevantes hechos: el primero de ellos fue la posición asumida por la Unión Europea durante el Gobierno Pastrana que “llegó incluso a convertirse en el mayor opositor internacional al componente estadounidense del Plan Colombia” y el segundo las exigencias de los Estados Unidos a Colombia de asumir posiciones favorables a los intereses estratégicos de ese país.  
 
Representantes del gobierno de Estados Unidos se mostraron indispuestos en varias ocasiones por el interés que en el proceso de paz colombiano expresaron países considerados rivales por esa nación. Una declaración del secretario general de la presidencia de Colombia, EDUARDO PIZANO, con respecto a la posible cooperación del gobierno chino en algunos proyectos del Plan Colombia, motivó que se planteara que “diplomáticos estadounidenses, congresistas y miembros del Departamento de Estado no podrían entender cómo Colombia, a quien Estados Unidos acababa de autorizar la entrega de 930 millones de dólares en recursos, estaba recurriendo a uno de sus más grandes ‘enemigos geoestratégicos’ y único bastión del comunismo en la actualidad”. Malestar similar generaron los anuncios de colaboración de Cuba e Irán en las negociaciones. El país caribeño fue miembro de la Comisión Facilitadora del proceso de paz con las FARC y parte activa del Grupo de Amigos de las negociaciones con el ELN, además de servir como sede de los diálogos con este grupo guerrillero. Mientras que la molestia frente a Irán se fundamentaba en la disposición de ese país para financiar la construcción de un matadero en San Vicente del Caguán.
 
 
2. La securitización de la política exterior: Se trata de internacionalizar los problemas de seguridad internos para lograr en los términos de Leonardo Carvajal legitimar ante la comunidad internacional los componentes de la política de seguridad democrática y obtener recursos que la respalden, en especial con los Estados Unidos. Aunque Carvajal inserta un segundo calificativo “la terrorización” podríamos decir que se trata de la misma estrategia de aprovechar la globalización del terrorismo promovida por el gobierno de los Estados Unidos para vincular las guerrillas colombianas al terrorismo internacional, logrando su deslegitimación internacional, sustraerles su carácter político subversivo e insertarlas en las listas de organizaciones terroristas del Departamento de Estado de los Estados Unidos y de la Unión Europea.
 
 
3. Personalización de la política exterior: La política exterior colombiana no responde al resultado de un proceso multidisciplinario y constructivo, con la participación de la sociedad civil, la academia y la consolidación de una política de Estado, sino al desarrollo de la visión e intereses de quien asume la posición de gobierno, en este sentido tiende a variar de un gobierno a otro dependiendo de la ideología particular.
 
 
“Los factores personales resultan importantes en la toma de decisiones de la política exterior colombiana, que no sólo es reactiva, sino también personalizada, dependiendo de la voluntad y de los cargos que ocupan tomadores de decisiones de diferente rango. Además de esta diplomacia personalizada, durante los últimos años se acentuó una diplomacia presidencial.”  
 
 
4. Incidencia del Narcotráfico: Buena parte de las relaciones internacionales colombianas tienen que ver con el desarrollo de medias compartidas para lograr controles a las actividades que en forma directa o indirecta tienen que ver con el narcotráfico, la producción, transporte, distribución, consumo, lavado de activos  y los insumos químicos para la producción de narcóticos. En términos de Cardona incluso con mayor rendimiento por hectárea persisten en Colombia extensas zonas sembradas de coca y el flujo hacia el exterior no parece haber disminuido de manera significativa. Lo que determina también una característica negativa que aun persiste en nuestra política exterior.
 
 
En este contexto, aparece como un ingrediente adicional pero no menos importante, la percepción creciente en distintos sectores de los países vecinos sobre una tendencia a la regionalización de la confrontación colombiana, alimentada en términos de Socorro Ramírez porque la política de seguridad del gobierno Uribe aparece como una pieza esencial en la estrategia estadounidense que ha aumentado su intervención en la dinámica del conflicto, lo cual implica que Colombia convierta su problema interno en un conflicto internacional de baja intensidad, esta percepción esta reforzada por la exageración que el mismo presidente hacia de la situación en su afán de conseguir apoyo internacional e incluso su invitación a la intervención de tropas extranjeras para hacer frente a los grupos terroristas. Igualmente “Colombia es percibida por sus vecinos no solo como amenaza a la estabilidad regional por el desbordamiento del conflicto y sus efectos a través de las fronteras (narcotráfico, poblaciones desplazadas, incursiones guerrilleras, etc.), sino como un actor de desequilibrio regional al convertirse en el aliado privilegiado de Washington en lo que para algunos sería una estrategia de dominación regional.”
 
 
Ahora bien, la situación interna ha cambiado, el país paso de ser un “Estado Fallido” a convertirse en un Estado de riesgo moderado, al punto que “su posición intermedia en ascenso ha hecho que se le considere uno de los cinco países clave del continente. Además, en mayo de 2010 el presidente mundial del Banco HSBC, Michel Geoghegan, lanzó en Hong Kong la idea de que existen seis países en desarrollo – Colombia, Indonesia, Viet - Nam, Egipto, Turquía y Sudáfrica – a los que debería prestarse especial atención por su impulso al desarrollo.”
 
 
Igualmente, los cambios en el contexto internacional son notorios, para Cardona, por una parte nos enfrentamos a las nuevas dificultades que presenta la recesión económica de los Estados Unidos que se extendió a Europa y al mundo en general y por otra al hecho que representa en estas circunstancias que China e India hayan sido los dos únicos países importantes en el mundo en crecer de manera sostenida a tasas del 5 – 7 %, respectivamente. Así mismo, se presenta lo que Ardila denomina el reacomodamiento de otros polos de poder además de China e India, como Rusia y la Unión Europea.
 
El acelerado crecimiento de las economías China e India traerá consigo un significativo aumento de la demanda de materias primas y recursos energéticos, y esta situación supondrá importantes oportunidades y riesgos para los países ricos en recursos naturales como los latinoamericanos. Por un lado, se incrementarán las exportaciones de esos bienes y aumentará la inversión asiática y del resto del mundo para explotarlos; por otro, esa mayor producción tendrá un fuerte impacto en el medio ambiente, el uso de la tierra y el agua, y las presiones políticas y económicas sobre las regiones ricas en esos recursos en America Latina se impondrán.
 
 
Así mismo, en Suramérica de acuerdo con el Informe final de la Misión de Política Exterior de Colombia 2010, Brasil ha buscado actuar como potencia regional y aspira a ser reconocido como poder emergente internacional, es la quinta población y novena economía del mundo, mayoritariamente de clase media y con un enorme mercado interno, junto con Rusia, India y China, conforma los denominados BRIC, es reconocido por el gobierno de los Estados Unidos como su principal interlocutor en Suramérica. Colombia no es ajeno a este gigante, en el año 2003 fue firmado el acuerdo CAN Mecosur, que en términos de Ramírez permitió la liberación a partir de su entrada en vigencia en el año 2004 del comercio para el 24% de los productos colombianos y en ocho años, será liberado el 73% para llegar al 97% de los productos nacionales que entrarán sin arancel a este mercado, y el resto de los productos más sensibles, lo harán en un plazo de 15 años; sin embargo, los productos brasileños tendrán un plazo de doce años para que el 84% de sus exportaciones ingresen sin arancel al mercado colombiano.  
 
 
En este nuevo escenario internacional, Colombia enfrenta nuevos e importantes retos para una nueva Internacionalización Positiva que ya ha dado sus primeros pasos como destaca Carvajal, con la firma de los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea y el comienzo de las negociaciones de uno con Corea del Sur, el salto histórico en materia de seguridad que ha generado los elevados niveles de inversión y el turismo extranjero así como la inclusión del país en el grupo de los Civets. Aspectos que constituyen parte del legado que recibe el presidente Santos, pero también que han recibido un importante viraje desde su llegada al gobierno, con el restablecimiento de las relaciones con nuestros vecinos, en especial con Venezuela y Ecuador.
 
 
En estas nuevas circunstancias compartimos la siguiente interpretación:
 
Este escenario plantea un giro sustancial de las actuales relaciones internacionales colombianas, buscando salir del aislamiento para incorporarse al multilateralismo y el establecimiento de alianzas, y, por otra parte, orientando las relaciones hacia y desde el fortalecimiento de la institucionalidad y la integralidad. Este proceso debe ser parte de la adaptación del país a las nuevas tendencias externas temáticas y geográficas, al tiempo que debe incorporar la reestructuración del Ministerio de Relaciones Exteriores.
 
Se buscaría la diversificación de las relaciones internacionales y, tal como lo señala la constitución de 1991, la integración con America Latina y el Caribe. En este contexto resultan prioritaria la normalización y el fortalecimiento de los vínculos con Ecuador y Venezuela, sobreponiendo el respeto a principios del derecho internacional como el respeto a la soberanía y haciendo valer lo jurídico por encima de intereses políticos coyunturales.
 
Entre las prioridades geográficas, China e India, por una parte pero Rusia y Japón, ocuparían un lugar prioritario. Se trabajaría en torno a una estrategia conjunta con académicos y empresarios que contemplar tanto la regionalización – es decir el ingreso, por ejemplo, al Apec -  como el fortalecimiento de relaciones bilaterales con los países mencionados.
 
En términos temáticos, la seguridad continuaría siendo prioritaria, pero desde la Cancillería se lideraría una visión más moderna, que además de lo militar contemple aspectos sociales, económicos y humanísticos. En este enfoque amplio el estado buscaría, además, el bienestar del individuo, vinculando la seguridad con el desarrollo y el crecimiento económico.
 
 
La nueva realidad interna que nos potencializa como un Estado emergente, sumado a nuestra gran experiencia en aspectos como, la lucha contra el narcotráfico que es un fenómeno común a muchas naciones, nos llevan a compartir la opinión del CIPE en cuanto a que podríamos asumir un importante papel como país cooperante, entregando a los países receptores herramientas técnicas de la innegable experiencia del país en 30 años de lucha contra este fenómeno. De igual forma, la posición céntrica Colombiana dentro del continente americano, la modernización de algunos sectores de la economía como la agroindustria y el buen desempeño del sector de servicios constituye otra circunstancia potencial por desarrollar como puente natural entre una Asia creciente y America Latina.
 
Durante este primer año del gobierno Santos ya percibimos los indicios de la demanda de recursos energéticos requeridos por el crecimiento de India y China, por una parte, la minería ha sido catalogada por el mismo presidente como una de las locomotoras de la economía en los próximos años y, por otra, son notorios los riesgos que impone para nuestra subvalorada riqueza natural el desarrollo de esta locomotora que “más que encendida ya está movilizando millones y extrayendo metales hasta de los páramos”.
 
 
Pues bien, el país se enfrenta hoy a realidades que lo sitúan en una interesante posición dentro del contexto internacional, la variante y dinámica realidad exterior impone retos que Colombia deberá afrontar para una nueva forma de inserción positiva de sus potencialidades dentro de una dinámica variante, no sólo con nuestros vecinos, algunos de los cuales crecen aceleradamente, sino con las economías emergentes, sin perder de vista la fructífera e histórica relación que se ha mantenido con los Estados Unidos pero que ahora exige el desarrollo de herramientas diplomáticas mucho más creativas y eficientes para el jalonamiento de nuestro crecimiento integral.